“Hay
que dolor siento esta razón vivir
Pero
el Mantaro muere (…)
Tu
sombra será el hombre y tu corazón la
vida
Porque
envenenan tu alma
Lucharemos,
eres fuente de inspiración (…)
Hay
que dolor inmenso siento de ver tu aguas morir
Mantaro
mensajero en el tiempo
Los
taytas hablan de tu grandeza
Las
wawas lloran al no ver tu pureza
¡Mantaro
revive!” Kjantu (wayno huancaíno)
Han transcurrido varios meses
de instalado el gobierno de la “Gran Transformación”, luego de los reacomodos
de las fuerzas políticas donde el ala más derechista conduce el gobierno y
busca imponer el proyecto Conga bajo el pretexto que el desarrollo no debe
detenerse como lo hacían sus predecesores, quienes saludan ahora la madurez
política de Ollanta en mantener el modelo económico neoliberal y aplicar el
programa de quienes perdieron las elecciones en la urnas.
El problema del agua se
agudiza con las intenciones de las grandes mineras de sacrificar este recurso a
cambio de toneladas de mineral que acrecentarán sus arcas financieras. Un
ejemplo palpable es el conflicto de Conga y las comunidades cajamarquinas, que
ha puesto sobre la mesa la discusión
acerca del manejo de los recursos hídricos y de los minerales en la política
económica que se viene aplicando.
Lo principal para los
capitales es incrementar sus ganancias sin importar la crisis hídrica que
puedan generar a toda una región, presenciamos la irracionalidad capitalista en
su máximo esplendor y desfachatez. Pretenden hacer creer a la opinión pública
por medio de sus campañas televisivas que el actual modelo de minería es el
mejor y que beneficia a todos sin excepción, que con su aplicación los pueblos
se convierten en paraísos para todos.
¿El problema del agua es sólo
un problema meramente ambiental como algunos socialdemócratas indican? La
realidad expresa que es un problema económico y político sustentado tras un
régimen jurídico, específicamente sobre un concepto de propiedad y un modelo de
desarrollo. Es la Constitución Política de 1993 erigida por el fujimorismo que bendice el modelo neoliberal
(modelo extractivista de los recursos a costa del desarrollo nacional) como
dice en el Art.59º “El Estado estimula la creación de riqueza (…) la
libertad de empresa, comercio e industria”, en el Art.62º “Los términos contractuales no pueden ser
modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos
derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral (…)
Mediante contratos-ley el Estado puede establecer garantías y seguridades. No
pueden ser modificados legislativamente”
De aquí se desprende que los
derechos individuales y sociales, en los que está incluida la propiedad, no son
meros enunciados filosóficos o morales ; sino textos con valor y fuerza
constitucional reflejando el carácter jurídico, el interés económico, la
concepción ideológica y administrativa del grupo dominante en el poder
político.
“Los recursos naturales, renovables y no
renovables, son patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su
aprovechamiento (…) La concesión otorga a su titular un derecho real, sujeto a
dicha norma legal” (Art.66º Cap.II Título III Constitución
Política).
“En cuanto a la propiedad, los extranjeros,
sean personas naturales o jurídicas, están en la misma condición que los
peruanos” (Art.77º Cap.III Título III Constitución Política).
Estas normas legales limitan
derechos y obligaciones con carácter coactivo de manera general, con pretensión
universal, o sea sin excepciones, para proteger y hacer respetar los intereses
económicos de los que tienen y legislan.
Un régimen político jurídico
que auspicia el respeto a la propiedad tiene que circunscribirse a su propio
esquema jurídico, resguardando adecuadamente la forma de organización económica
y social, y delimitando la capacidad del poder político de manera que no pueda
determinar positiva o normativamente más allá de su propia estructura legal en
vigor. Por medio de principios y normas establecen competencias a la autoridad
para garantizar, proteger, conservar y perfeccionar la propiedad, amparando los
derechos y obligaciones de las personas jurídicas o naturales que la poseen o
usufructúan, así como, la injerencia para quienes no son accionistas o no
participan en esa propiedad.
Los límites de la capacidad
del poder político y del sistema de propiedad también están determinados por
las acciones extra-poder y extra-legales de los grupos económicos en
competencia, a pesar de existir un sistema normativo legal general. Son estas
fuerzas económicas (gobernantes indirectos) las que controlan y señalan
fácticamente límites al poder político de turno, neutralizando y haciendo
inefectivas sus potestades en un determinado
momento y en otras direccionando
un programa político y económico acorde a los intereses de esos sectores
intocables.
La respuesta desde la
izquierda frente a este problema es
variopinta. La “izquierda verde” toma cuerpo al enunciar que es urgente cambiar
el actual modelo por un modelo agrario, de reemplazar la extracción de los
minerales por el cultivo de la tierra como principal actividad económica; ya
que, la agricultura es la actividad relegada por el modelo actual. Los verdes
sostienen que si opta por la economía agrícola se observarán signos de amor por
la tierra y la naturaleza, y el trabajo se convertirá en placer.
¿Puede existir un capitalismo en el cual el
desarrollo del comercio y de la industria no se adelante al de la agricultura? El
crecimiento del capitalismo es el crecimiento de la economía mercantil, es decir, de la
división social del trabajo, que unas tras otra arranca de la agricultura las
diversas formas de obtención, elaboración y consumo, dentro de una única economía
natural. Por ello en todas partes y siempre el capitalismo significa un
desarrollo más rápido del comercio y de la industria en comparación de la
agricultura, un aumento más rápido de la población comercial e industrial, un
peso y significación mayor del comercio y de la industria dentro del régimen
general de la economía social. (1)
La idealización de la pequeña producción,
en especial la agrícola, expresa el carácter populista y la crítica sentimental
al capitalismo.
Los pequeños productores no
son más que pequeños propietarios cuyos intereses están en contradicción con el
gran capital, porque constantemente son empujados a las filas del proletariado.
La pequeña economía mercantil es aplastada por el gran capital industrial y
cuándo más intensa se pone esta contradicción salta a la vista que los
planteamientos de los sentimentalistas y utopistas son puntos de vista
conservadores y reaccionarios, pues desean reformar la economía sin reformar la
política, sin cuestionar la naturaleza de los modelos de desarrollo del
capitalismo ni sus mecanismos jurídicos-políticos que garantizan su
continuidad. Para los románticos no está en agenda cambiar la Constitución
Política, sólo basta defender el agua y la tierra con un tenor ambientalista.
El ultra izquierdismo afronta
el problema del agua agitando la “insurgencia popular”, posición que en
realidad no enfoca las fuerzas reales con la que se cuenta para materializarlo. ¿Existe la organización
mínima que conduzca y garantice el éxito de tan brillante planteamiento? Las fuerzas
de las organizaciones aún están en ascenso y reestructuración, a ellos no les
importa la acumulación progresiva de fuerzas ni que la lucha debe seguir
etapas, sólo les interesa dar un “gran salto” a través de la violencia como
único método y que ésta transferirá organización, conciencia política y poder a
los pueblos.
Llamar a una Asamblea
Constituyente para una nueva Constitución es endulzar a los pueblos, argumentan
los ultra izquierdistas, no se debe participar en las reglas de juego de la
derecha ni luchar en el mismo ruedo con los partidos burgueses. ¿Acaso no son
los mismos que llamaron al voto viciado en las últimas elecciones? Los ultra
izquierdistas no perciben que el pueblo debe aprender por propia experiencia el
carácter antidemocrático de los grupos económicos y de sus gobernantes que no
desean ni siquiera preguntarles sobre el cambio de Constitución. Tampoco que
podemos profundizar la conciencia política al debatir los capítulos: económico,
derechos, propiedad y estructura del Estado en las cuales están afectados los
intereses de la población; que este contexto facilitaría la unidad práctica de
la izquierda para la construcción de una organización mayor y liquidar la
dispersión.
Estos señores dicen combatir
al fujimorismo, pero en los hechos no pretenden liquidar el programa neoliberal
fujimorista protegido por la Constitución del 93, han convertido sus
lamentaciones y sus fraseologías izquierdistas como una forma de quehacer político
propia del ultra izquierdismo.
Las particularidades de los
románticos y de los ultra izquierdistas frente a la cuestión del agua y la
nueva Constitución nos revelan sus concepciones sobre la política, la economía
y la organización. Ahora más que nunca es pertinente que los socialistas
polemicen para quitarles el disfraz izquierdista de algunos sectores que
susurran al oído de las organizaciones populares, que inevitablemente las
llevarán al fracaso de aceptar sus “teorías” como solución al problema del
agua.
Nota
(1) El Romanticismo Económico, V.I. L.
Colectivo Generación Amauta