21 mar 2010

¡DOS CARNAVALES, DOS CLASES, DOS PATRIAS!

¡DOS CARNAVALES, DOS CLASES, DOS PATRIAS!



La etimología de la palabra "CARNAVAL" es muy incierta. Algunos estudiosos dicen que deriva de las palabras italianas "carne y vale" o sea que todas las travesuras valen. Otro origen, se refiere a las fiestas en honor a Baco, el Dios del vino o posiblemente las que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto. Igualmente, según otros historiadores, sería Sumeria, la cuna del carnaval.


El carnaval es una de las festividades que tiene ramificaciones ancestrales; posiblemente desde mucho antes que los romanos celebraran sus denominadas “Saturnales Romanas”, que era un tipo de festividad carnavalesca en honor a Saturno, durante la cual reinaba el desorden y la libertad al grado más extremo. Esta celebración fue prohibida posteriormente, con la conversión del imperio al cristianismo. Otros datos apuntan a épocas 4000 años atrás, en Babilonia; donde se veneraba a “Marduk”, dios fundador de esa legendaria ciudad, en el colosal templo que lindaba con los famosos jardines colgantes, una de las Maravillas del Mundo.

Durante 5 días, al inicio de cada primavera, en aquel santuario se efectuaban las primeras celebraciones. Como parte de la tradición de estas festividades, se hacía mofa de las leyes, ridiculizando a la justicia.

La costumbre de usar máscaras, que se cree tuvo orígenes religiosos y espirituales, derivados del culto a los muertos; fue precisamente para que quienes los usaban pasasen desapercibidos.


El desorden y desenfreno que ocurría en esos días motivaron al Papa Carlos V, para que en el año 1525, prohibiera la celebración del carnaval. En 1916, Felipe V ratificó tal determinación.

En el Perú, esta festividad tiene un matiz especial, en la que se entremezcla lo natural con lo sobrenatural; lo terrenal con lo cósmico. Sus orígenes en los pueblos de la antigüedad provienen de una mezcla de festividades y ritos en honor a la tierra, los animales y las plantas. Eran amantes de la naturaleza, a la que consideraban como una divinidad. De tal forma, cada pueblo fue desarrollando su propia identidad y forma de expresarla.


Los pueblos antiguos del Perú conjugaban sus festividades con ritos en honor a la tierra, los animales y las plantas. Los carnavales son fiestas de ruptura, de finalización de una actividad o acción. Por eso, hasta ahora se celebran en el interior del país para representar el fin de la cosecha agrícola o el óptimo producto de la ganadería, combinado con el costumbrismo y religiosidad de cada ciudad o pueblo.

A la llegada de los invasores europeos la labor evangelizadora tuvo como fin convertir a los indígenas en practicantes de la fe católica: La extirpación de idolatrías. Para ello buscaron la forma de acabar con las prácticas idolátricas y festividades que los pueblos poseían, atacando a sus principales dioses y destruyendo todo signo de culto (huacas, apachetas, mallquis, etc.) y festividad. Durante todo el siglo XVI los religiosos crearon una forma única para que los evangelizadores y doctrineros realicen su labor con efectividad. Sin embargo, los misioneros se daban cuenta que el culto a los dioses andinos como Pariacaca o Illapa y el ejercicio de festividades clandestinas continuaban, pese al esfuerzo de las órdenes religiosas por detenerlo.

Frente a ello los doctrineros tomaron una decisión: se realizaría una caza de todos los ídolos y dioses andinos para la total erradicación del culto "idolátrico" en los Andes. En el siglo XVII se dieron tres campañas de extirpación de idolatrías y tuvieron los frutos esperados. Se suele dividir las campañas de extirpación del siglo XVII en tres etapas: la llevada a cabo por Francisco de Ávila entre 1609 y 1619; la de Gonzalo de Ocampo entre 1625 y 1626; y la última realizada por el Arzobispo Pedro de Villagomez entre 1641 y 1671.

Entre las acciones tomadas por los doctrineros resaltan las penas impuestas a los hechiceros o líderes de los cultos y festividades, que eran los encargados de oficiar los ritos y festividades paganos. Para buscar a estos "hechiceros" y a los dioses andinos se realizaron visitas especializadas que se dedicaron a buscar los dioses andinos, estudiarlos detenidamente y finalmente destruirlos. Los visitadores debían conocer a fondo la lengua popular pues no debían fallar en la interpretación de la idiosincrasia al idioma materno de los andinos.

Han transcurrido más de 500 años, a pesar de la cacería contra la cultura popular, ésta sigue en pie desde luego con rasgos de mestizaje, pero en esencia mantiene sus características de colectividad, festividad y de vínculo con la naturaleza.

Los Carnavales en las regiones andinas peruanas son divertidos y alegres, tienen lugar durante el mes de febrero, un típico ritual es la yunza, (el umisha en la selva y cortamonte en la costa). Un enorme árbol se planta en la tierra lleno de regalos (el vínculo con la naturaleza). Las personas bailan en parejas alrededor de la yunza (el vínculo con los demás, la colectividad). La idea es cortar el árbol para que se caiga. La pareja que da el corte final antes de que el árbol se caiga está a cargo de la organización de la yunza del próximo año (la responsabilidad con la colectividad). Asimismo, muestra los bailes y las comidas típicas de cada región (la expresión del mestizaje y la esencia ancestral).

Hoy los grandes capitales, en especial los grandes centros comerciales, nos tratan de imponer con sutileza un nuevo tipo de carnaval que caracteriza por hacer propaganda de su marca (mercantilismo), de comprar lo que ofrecen de promoción (consumismo) y el individualismo, porque ser feliz es satisfacer el ego individual. Un ejemplo típico es el famoso corso (carnaval) del grupo Wong donde desfilan sus mercancías, sus empleados y sus “reinas” de belleza.

Las dos expresiones culturales, una desde el pueblo y la otra desde los grandes capitales, son el reflejo de la existencia de dos polos sociales: ricos y pobres, pueblo y capitalistas. Aunque algunos no deseen admitir que estas son atravesadas por un eje transversal: política. Es la evidencia que existen dos patrias como diría Gonzales Prada, la de los ricos y la de los pobres, cada una con su propia cultura que entran en conflicto abierto o velado.

Por cuál debemos elegir, con cuál debemos identificarnos y por cuál debemos luchar y defender. La elección de cualquiera será la expresión de nuestra condición social y la forma de pensar.


Lima, 28 de febrero de 2010












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