JUVENTUDES DE LA IZQUIERDA
¿CONTINUISMO O RENOVACIÓN?
Los últimos sucesos respecto a la participación de los y las jóvenes en el proceso de unidad de las organizaciones y “partidos” políticos al interior de la “izquierda” ameritan ser analizados a fondo.
Los viejos líderes de la izquierda vienen demostrando sus perspectivas de renovar sus cargos con aquellos jóvenes ligados a su entorno, a sus líneas ideológicas y símiles en sus formas de hacer política. Mientras que cierran filas contra aquellos que buscan la renovación dirigencial y política, pues no son de su “confianza”.
«El adultocentrismo que denota el comportamiento y el rol “adulto” como la forma privilegiada de ser “persona”, como el deber ser social activo, y todo proceso que se encuentre posterior o anterior a él, se le perciba como el que aún no es socialmente activo o como al que está dejando de ser activo socialmente» (1). Ese adultocentrismo de los históricos líderes de la izquierda es el ropaje visible del ser que existe detrás, es decir, es la expresión superficial del revisionismo en materia juvenil.
Al reformismo y al revisionismo actual no les interesa forjar nuevos cuadros en aras de la transformación social-política, sólo les interesa mantener sus privilegios obtenidos a costa de negociar sus principios argumentando que hay “modernizarse” por la globalización. Para ellos los jóvenes sólo son sujetos que deben elaborar las pintas, volantear, etc., mas no deben estar en puestos estratégicos ni cuestionar los dogmas de sus organizaciones ni de sus líderes. Sólo son promovidos aquellos que demuestren ser como ellos: nuevos revisionistas. Ponen en marcha sus escuelas políticas donde contaminan a los jóvenes con su desviación ideológica.
Los “viejos” partidos y movimientos de izquierda buscan la renovación de caras, mas no de línea política ni programática: el continuismo. Siguen alejados de las masas juveniles. En ellos flamea la bandera de revisionismo contemporáneo y lanzan sus consignas contra los jóvenes que abrazan el socialismo de hecho.
El trotskismo contemporáneo sabe valerse de un camuflaje ideológico para encubrir sus verdaderas posiciones. Estos señores hacen llamarse “marxistas” o “revolucionarios más consecuentes”. Con sus frases izquierdistas seducen a los jóvenes con poca formación ideológica. «Bravuconeando con su retórica izquierdista, al trotskismo se le ha visto de ordinario cerrando filas con el reformista, bien compartiendo sin recato sus opiniones, bien discrepando con él aparentemente, pero prestándole apoyo objetivamente» (2).
Los jóvenes trotskistas son más expertos en su camuflaje ideológico, ya no abrazan abiertamente las posiciones ideológicas de su líder, sino que la contrabandean con su lucha contra el viejo izquierdismo y contra el burocratismo (ya no afirman burocratismo estalinista), pero mantienen sus prácticas organizativas de fraccionalismo.
Los ultraizquierdistas de palabra viven de hecho a expensas de los sentimientos radical-izquierdistas, utilizándolos para engrosar sus filas. Así los aventureros llaman a los jóvenes que es el momento de la insurrección popular sin ver las mínimas condiciones objetivas de organización y conciencia de la población. Creen que la toma del poder está a la vuelta de la esquina. Muchos de ellos se hacen llamar “vanguardia” del proletariado.
Los “viejos” izquierdistas han olvidado lo siguiente: «Y así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las figuraciones de los partidos y su organismo efectivo y sus intereses efectivos, entre lo que se imaginan ser y lo que realmente son» (3).
«Pero es que nosotros, y nuestra juventud con todos nosotros, está convaleciendo de una enfermedad que afortunadamente no fue muy larga pero que influyó mucho en el retraso del desarrollo de la profundización ideológica de nuestra revolución. Estamos todos convalecientes de ese mal llamado sectarismo. Y, ¿a qué condujo el sectarismo? Condujo a la copia mecánica: condujo a los análisis formales; condujo a la separación entre la dirigencia y las masas...» (4).
Estamos en una etapa de dispersión ideológica, política y organizativa, donde prima el heroísmo pequeño burgués. No existe todavía un espacio político con bases sólidas que aglutine a todos los jóvenes que deseamos la transformación de las estructuras.
Es menester de los jóvenes, en especial de los socialistas de hecho, construir ese órgano de funda todas las buenas intenciones y los programas por cambiar el país. Es una tarea impostergable forjar la unidad de todos aquellos grupos juveniles que comparten los mismos principios, eso implica no abandonar la lucha ideológica como pregonan algunos líderes domesticados por el sistema so pretexto de la UNIDAD; pues abandonar la lucha ideológica es en la práctica abandonar los principios del cambio revolucionario.
La unidad se forja con la unidad de pensamiento, de acción y de lucha. Se expresa con la autocrítica y la crítica. No se forja imponiendo por la fuerza ni esperando el devenir, se forja con teoría y praxis, con voluntad y decisión políticas.
Pero la juventud tiene que crear (5) nuevas formas de acercamiento para reestructurar el tejido organizativo del pueblo. Se hace necesario quebrar la disciplina de los viejos partidos de izquierda para fundir una nueva estructura y disciplina, ¿los jóvenes más honestos y consecuentes están en las condiciones de romper con la disciplina de sus viejos partidos izquierdistas? Si nos catalogan de promover el “parricidio” cacareado por los pupilos del revisionismo, asumimos ese delito con la frente el alto.
Nosotros creemos necesario eliminar las etiquetas para la unión de los organismos dispersos de los jóvenes que abrazan el cambio profundo, pero eso podría darse siempre y cuando esa incorporación vaya acompañada de un proyecto político de construir un partido de nuevo tipo o un movimiento político en la cual aglutine a todas esas fuerzas juveniles dispersas. Si es más que una aspiración grupal no significaría nada abandonar las identidades por un simple objetivo particular.
Por eso la fusión, la incorporación a cualquier otro grupo o espacio pasa por delimitar cuál es el fin de dicho acto. Si es construir un espacio de avanzada en la cual se fundan los nuevos cuadros y los nuevos métodos de hacer política, estamos dispuestos a esa tarea.
Los jóvenes deben ser el ejemplo donde se puedan mirar los hombres y mujeres de edad más avanzada que han perdido cierto entusiasmo juvenil, que han perdido cierta fe en la vida y que frente al ejemplo reaccionan siempre bien (Che Guevara).
Lima, junio del 2009
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(1) Protagonismo social de la juventud, Marco Bazán ediciones IPEC
(2) Seudo revolucionarios, Basmanov
(3) Obras Escogidas Marx-Engels, Editorial Progreso Moscú
(4) (5) Lo que debe ser un joven comunista, Che Guevara
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