15 dic 2009

Dia de la Tierra

ACERCA DEL DIA DE LA TIERRA



El 22 de abril de 1970, 20 millones de estadounidenses tomaron las calles, parques y auditorios para manifestarse en nombre de un medio ambiente sano y sostenible. En 1990, el Día de la Tierra se hizo global, con la participación de 200 millones de personas de 141 naciones.


La fecha debe servirnos no sólo para manifestar la preocupación por el tema medioambiental y la activación de ferias en el mismo sentido, sino también para desenmascarar al sistema de vida en estos momentos. Un sistema que no le interesa la protección del medio ambiente, sólo le interesa la máxima ganancia a costa de todo hasta de su propia existencia. Es así que el sistema ha llegado a ser un arma letal contra la propia continuidad de la existencia humana.


Sobre este tema escriben muchos desertores y traidores del socialismo, una corriente de estas son los trotskistas, quienes sostienen que los “viejos izquierdistas” han abandonado este tema o simplemente no está en su agenda política. De igual modo los socialdemócratas modernos con sus frases de “gestión ecológica global” pretenden maquillar los efectos contaminantes de las grandes transnacionales. En esa misma línea encontramos a ciertas ONGs, ligadas al centrismo y al “socialismo conservador o burgués”, que toda la responsabilidad la hacen recaer en la sociedad civil, pequeño término acuñado por la democracia cristiana para encubrir a los responsables mayores y directos del destrozo medioambiental de la Tierra.


Hay quienes sostienen que la lucha principal es la ecológica, muy de moda en Europa por los “socialistas verdes” y sus partidos. Gran falsedad, pues mientras se continúe con el mismo sistema de vida, el mismo modo de producir por las grandes industrias; la destrucción sistemática de la Tierra seguirá en marcha. Mientras las grandes potencias no respeten sus “protocolos” y sus acuerdos para la reconversión energética- desde luego que no lo harán- todo ese futuro no tan hermoso sobre el medio ambiente mantendrá su marcha galopante.


“…Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza”(1). Los “verdes” han enterrado esta verdad, sus cándidas tesis de forjar pueblos ecológicos al margen del sistema capitalista rozan con el utopismo de Owen en versión ecológica. Escriben libros para Europa y lo globalizan a Latinoamérica, por eso no es novedad que ciertos movimientos indígenas y selváticos salgan con planteamientos muy símiles y que algunos de sus dirigentes sean financiados, asesorados por esa corriente política europea, incluso viajan a esos congresos que disque por resolución resuelven el tema impulsado por los “verdes”. “Repudian, por eso, toda acción política… se proponen alcanzar su objetivo por medios pacíficos, intentando abrir camino al nuevo evangelio social valiéndose de la fuerza del ejemplo, por medio de pequeños experimentos que, naturalmente, fracasan siempre” (2).


Discutir, colocar en agenda el tema medioambiental no es un punto superficial o alejado de la política como intentan enfocarlos los burgueses vergonzantes con sus máscaras “izquierdistas” o “ecologistas”. Es en realidad un tema estrechamente ligado a la política, a la economía y a la ideología, intentar ocultarlo o no decirlo es hacerles el juego a los responsables directos de esta destrucción del planeta. Es responsabilidad de la clase que ostenta los Estados, del Imperialismo y sus transnacionales de lo que hoy vemos y cuestionamos, pues no hay voluntad ni decisión políticas al respecto.


Un ambiente más sostenido- como dicen los socialdemócratas- será posible cambiando el modo de vida, el modo de producir, reemplazando al capitalismo por una forma mejor. Por una economía planificada que tenga en cuenta al medioambiente y al hombre. Esa transformación es una acción política de fondo y perseverante, sin vacilaciones ni tintas rosadas. Es una tarea ardua sin desmoralizarnos ni resignarnos a este viejo sistema.


Nuestra lucha por el medio ambiente es el fondo una lucha política, económica e ideológica que debemos asumir todos los consecuentes con los principios de justicia y cambio social. Es tarea combatir en todos los frentes, en todos los espacios y en todas las formas en este aspecto. Hay que desenmascarar a esos ecologistas de media tinta y esclarecer a la población de cuál es el verdadero sentido del enfoque medioambiental.



(1), (2) Manifiesto Comunista, Marx-Engels








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